Adaptarse para ser eficientes

Jesús Daniel Salas
Presidente del Club Asturiano de Calidad
La Nueva España | 30 abril 2021

No puedo evitar vincular lo sucedido en la pandemia con el recorrido de mi primer año como presidente del Club de Calidad. El 9 de marzo de 2020 se reunió la junta directiva del Club en la que mi predecesor, Francisco Vaciero, anunciaba que no renovaría en su cargo y me planteaba que concurriese a las elecciones para sucederle. Se inició entonces un proceso, marcado por el Estado de Alarma, que concluyó con mi elección a finales de mayo. La transición entre una y otra presidencia coincidió con la respuesta a la covid, el teletrabajo, la puesta en marcha de planes de contingencia y la asunción de nuevas formas de trabajar y relacionarnos, tanto en DXC, la compañía a la que represento, como en el propio club.

Ha pasado un año desde entonces. Y aunque ha sido un año difícil para todos, me gustaría reflexionar sobre algunos aspectos positivos que, en el ámbito de la gestión empresarial, pueden resultar útiles en el futuro para toda nuestra sociedad.

Adaptación y agilidad

La capacidad de responder con rapidez a los cambios del entorno era ya una cuestión clave en la gestión de las organizaciones. Hace años que conceptos como la disrupción, los “cisnes negros”,
la transformación y la flexibilidad sobrevolaban las agendas de la dirección de las empresas. Pero, en la práctica, en enero de 2020, el informe “The Global Risk Report” del Foro Económico Mundial, aun no contemplaba las enfermedades infecciosas entre los 10 riesgos más probables en nuestro planeta.

No lo vimos venir y tuvimos que responder sometidos por la urgencia. Creo que la sociedad supo reaccionar. También las empresas. Y allá donde el mercado y las restricciones permitieron seguir produciendo y sirviendo, las compañías supieron adaptarse con rigor y diligencia. Creo que esta experiencia servirá para construir sociedades y organizaciones más resilientes y adaptativas;
más preparadas ante nuevos retos.

Sostenibilidad

La pandemia ha puesto sobre la mesa ciertas vulnerabilidades del sistema. Hace unas semanas, María Neira, asturiana y Directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, sostenía que “el
70% de los últimos brotes epidémicos han comenzado con la deforestación”, incluyendo entre éstos a la covid, pero también al ébola o al VIH. Contra estas y muchas otras vulnerabilidades, los Objetivos de Desarrollo Sostenible constituyen una brújula que debe orientar nuestra acción en todos los ámbitos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lo ha puesto de
manifiesto en innumerables ocasiones: sostenibilidad y digitalización vertebrarán el futuro de la UE. Y la sostenibilidad será un factor de crecimiento económico. Así lo creemos también en el Club de Calidad y creemos que la experiencia de la covid no ha hecho más que reforzar esta idea. Los fondos europeos, además, reforzarán esta tendencia.

Productividad y digitalización

Se ha reflexionado ya en múltiples foros sobre la impresionante aceleración que ha vivido la digitalización del trabajo en muy pocos meses. Como en toda transformación profunda, debemos estar atentos a las distintas caras de este proceso. En cualquier caso, parece claro que nos espera un futuro híbrido, en el que convivirán –una vez superada la pandemia– lo presencial y lo virtual en un mundo más productivo, pero también más equilibrado, pues aspectos tan dispares como la conciliación, la igualdad de género, la movilidad o la relación entre lo urbano y lo rural se enfrentan a
oportunidades nunca vistas.

Personas y equipos

Una vez más, nos ha quedado claro: nuestros equipos, las personas que nos rodean, son la clave de nuestras organizaciones. Sólo comprendiendo esta realidad podremos adaptarnos, ser ágiles, sostenibles y productivos. Se ha pedido a la sociedad, a las familias, a cada persona en su casa, que haga enormes esfuerzos. Y la respuesta ha sido abrumadoramente positiva. Lo virtual marcará nuevos retos para la atracción, promoción y retención del talento. Pero las organizaciones inteligentes, adaptativas o, en palabras de Alex Osterwalder, las “empresas invencibles”, serán aquellas que apuesten por las personas y por una cultura que premia el talento y promueve la mejora continua.

Mi presidencia del Club en este primer año ha estado marcada por estos conceptos: nos hemos adaptado ágilmente, hemos apostado por la digitalización y la sostenibilidad, con un equipo cohesionado y ayudando también en la gestión de personas de otras organizaciones. Creciendo, a pesar de todo. Y espero en el futuro, también, que lo positivo acabe imponiéndose, en el Club de
Calidad, en nuestras organizaciones y en nuestra sociedad.